miércoles, 18 de abril de 2018

La «saña bárbara» de Raúl con su expareja: «¡Iré a la cárcel, pero antes te mato!» Condenado a 29 años de prisión por una paliza «atroz» e «inhumana» que provocó el fallecimiento de la mujer EFE @abc_madrid MADRIDActualizado:19/04/2018 01:28h







MADRIDActualizado:La Audiencia de Madrid condenó ayer a Raúl G.G. a 29 años de prisión por matar a su expareja en noviembre de 2013 en Torrelaguna (Madrid) de una paliza que el tribunal ha calificado de «atroz», «inhumana», de una «saña bárbara» y que provocó en la víctima un dolor «desproporcionado» y «gratuito».
Según la resolución, la Audiencia lo sentenció a 25 años de prisión por un delito de asesinato con agravante de parentesco, un año por quebrantamiento de orden de alejamiento con agravante de reincidencia y tres años por lesiones, ya que también agredió a un amigo de la víctima que trató de defenderla. Antes del fallo judicial, Raúl G.G. fue declarado culpable de los hechos por unanimidad en el jurado.
El tribunal consideró probado que la noche del 23 de noviembre de 2013, Raúl G.G. acudió a la puerta de un pub que frecuentaba su expareja en Torrelaguna. Allí tuvieron una breve conversación en la que ella le dijo que se fuera por la orden de alejamiento cautelar que pesaba sobre él desde mayo de ese año, la tercera en cinco años.
Cerca de las tres de la mañana, el propio autor del asesinato llamó al 112 y abandonó posteriormente el lugar de los hechos, dejando a su víctima postrada en el suelo, «con la cara totalmente desfigurada, en un gran charco de sangre», según afirma la sentencia. Veinte minutos más tarde, fue detenido por la Guardia Civil en los alrededores.
La resolución judicial destaca la «innecesariedad del padecimiento» que Raúl provocó a su expareja al producirle heridas que buscaban causar «un dolor importante y gratuito», razones por las que el tribunal aprecia alevosía y ensañamiento en la agresión.
La sección 26 de la Audiencia lo condenó, además de a 29 años de prisión, al pago de 35.000 euros para cada uno de los padres de la víctima y 180.000 euros para cada uno de los dos hijos de ella, ambos menores. También se acordó la privación total de su patria potestad –uno de los menores es hijo del agresor–. El tribunal consideró al condenado «indigno» de la custodia, ya que «es difícil imaginar un más grave incumplimiento del deber como padre que el severo intento de asesinar a una madre».

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