domingo, 4 de junio de 2017

Chicos os van a hacer daño. Dejar de hacer el imbécil. El 90 % de la población de una franja de edad del pais, en este caso adolescente, indica un patrón de comportamiento. No es casualidad. Os cuento mi historia pero yo no puedo probarla aunque sé que hay pruebas. La condición es que nadie haga daño a nadie de la historia que voy a contar. España, para lo mal que me has tratado yo te trato demasiado bien, me estoy quedando sin nada, para siempre. A mi madre le lavó la cabeza una secta que luego se unió con otra secta, yo sé quienes son, ahora si lo sé, y todo esto es por política, adn y todo esto tan bonito que pasa. Desde los 18 años yo intenté buscar un trabajo para irme de esa casa pero no hubo manera. Cuando yo tenía 21 años entré en la universidad con una beca. Yo sabia que no podía estudiar por la situación que yo vivía en esa casa pero como la matrícula estaba pagada por la beca yo decidí ir a ver como era aquello por saber como era la vida universitaria. Ese año mi madre me insultaba mucho. Yo procuraba no contestarla pero estar comiendo y oyéndola era demasiado y al final yo hacía lo que mis otras hermanastras, insultarla a ella para que mi dignidad no sufriera tanto. Cuando yo dejaba de ir a esa casa ella volvía con las buenas formas a pedirme por favor que yo volviera y durante un tiempo me trataba bien. Aquel dia de los insultos ella estaba muy orgullosa con una libreta y un bolígrafo y apuntaba cosas. Eso ella no lo habia hecho nunca antes. Creo que la universidad que ha tenido siempre un bufete de abogados de ETA enfrente de la puerta a solo 3 metros de distancia tuvo que ver en todo esto que pasó en el curso 1996 - 1997 en mi casa. Si veis lo que cuento en otras entradas de otros de mis blogs sobre esto sabreis lo que quiero decir. Las pruebas saldrán algún día. El ser humano es avaricioso y al publicarlo aunque sea despues de mi muerte si les dan dinero esto se publicará. En febrero de 1997 eran los exámenes y como el temario ya lo había dado en el instituto estudié en diciembre y fuí. Aprobé casi todas. Entonces mi madre me dijo que la acompañara al psicólogo de la seguridad social con mis hermanasras para hablar de los maltratos de nuestro padre legal que era su marido. Esto era una trampa. Ella iba a intentar denunciarme a la psicológa para incapacitarme y hacer conmigo lo que ella qusiera. Yo no lo sabía. Cuando entré ya habían ido entrando una por una mi madre y mis hermanastras y luego entré yo un poco asombrada porque no me gustaba lo que estaba viendo aunque no lo entendía asi que decidí decir todo lo que yo sufría en esa casa por siacaso. La psicóloga no me trataba muy bien pero era correcta. Entonces después que yo la conté lo que me hacían en casa la psicóloga empezó a decirme que mis hermanastras habian dicho que yo no me preocupaba por nada, en concreto la hija del sopas, que yo no sabía que solo era mi hermanastra pero ella si lo sabía. En ese momento le dije a la psicóloga que yo acababa de pasar los exámenes del primer trimestre de empresariales y algunos con buena nota. Ella me preguntó si yo podía demostrarlo porque podía ser mentira. Yo la dije que llamara por telefóno al teléfono que tenía la universidad para comprobar los resultados de los exámenes donde introduciendo los números del dni salía una voz mecánica que decía las notas de cada exámen. Ella entonces dijo que no hacía falta y que la entrevista se había terminado. Cuando llegamos a casa el sopas su marido estaba esperando y la preguntó, ¿ Qué, está ya eso hecho ?, - y ella respondió que la psicóloga le había dicho que la próxima vez que la hiciera perder el tiempo ella misma denunciaría a mi madre. Cuando yo era pequeña mi padre legal nos insultaba y nos llamaba putas cuando teníamos 8 años y menos edad y luego nosotras le insultábamos. Luego ellos, los hombres, van a la calle diciendo que les han insultado sobre todo si eres mujer, aunque parezca mentira sí estamos en esos tiempos porque se ganan cosas haciendo esto a escondidas, y como tú eres menor te pueden hacer daño cuando se juntan varios vecinos a criticarte y con los años y la fama de gentuza que insulta a sus padres o los maltrata te llevan al médico. El siguiente paso fué sacarme de la iglesia donde aunque parezca que no la iglesia te protege y estar metido él dentro. Este tio llegó a hacerme corros con los vecinos a la puerta del portal donde todos me miraban mal cuando yo era menor de edad cuando él era el que nos maltrataba y ellos lo oían por el patio de la cocina. Este tío perfeccionó la técnica con los años y nos insultaba en voz baja durante horas hasta que explotábamos y le insultábamosa gritos. Ya no era él el que nos gritaba, solo se nos oía a nosotras. Yo he vivido un infierno. A los que vuestros padres no os quieran bien teneis que tener mucho cuidado porque lo que quieren es vivir de vosotros. Ya sabeis que a mi padre legal le dijeron : vive de tus padres hasta que puedas vivir de tus hijos - A las mujeres hay que tenerlas vestidas pero descalzas. - No insulteis, pase lo que pase callaros, llamar al 112 desde una cabina, en esa casa el teléfono siempre estaba controlado y no había teléfonos móbiles. Tener un título de enseñanza reglada, el graduado escolar o el del instituto, el primero que os den y luego iros y estudiar si quereis el acceso a la universidad para mayores de 25 años y luego ir a la uned o donde podais a estudiar mientras trabajais y vivis en vuestra casa. Necesitais un título de la formación reglada porque así es más difícil que un psicólogo os incapacite sin que sea necesario hacerlo. No sé si esto que hacen ahora es para tener vientres de alquiler low cost. No lo sé pero esto es lo que me hicieron a mi. Esos padres que son asi os perseguiran a vuestra nueva dirección como hicieron conmigo los mios. Llamar al 112 y tener cuidado porque todos los ciudadanos somos vacas. Yo no pretendo que a mis padres legales les hagan daño, he visto como la sanidad ha hecho mucho daño a mi madre biológica y era denunciable. Estos pobres han hecho daño porque obedecían órdenes superiores y sobre todo se han hecho daño, pero chicos dejar de hacer el imbécil y no insulteis. No pidais explicaciones a vuestros padres. No saben hacerlo mejor y ya está. Ocuparos de vosotros sin hacer daño a nadie para que no os denuncien. Si les pedis explicaciones es por el hecho de no poder encajar que en lugar de quereros os utilizan. Quereros vosotros y no dependais psicológicamente de alguien os quiera o no. Si descubris que estais en esta situación nunca se lo conteis a nadie de vuestros amigos, esto hoy no lo entendereis pero acabereis por entenderlo. Se que es duro al principio hasta que te acostumbras a no contar tus problemas. No enseñeis vuestros puntos débiles porque los amigos sobre todo cuando se tienen 20 años no son familia y si la familia no es familia haceros fuertes poco a poco y sin que se note hasta que os podais tener en pie por vosotros mismos.


http://sisidore.blogspot.com.es/2017/06/chicos-os-van-hacer-dano-dejar-de-hacer.html

 




Esto lo encontré el otro día en la red buscando otras cosas :

Anuncios antiguos que estarían prohibidos hoy en día

 

Keep here where she belongs ...

Mantenla a ella donde pertenece ....




http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/educacion/2017-06-04/el-90-de-los-adolescentes-ha-insultado-o-amenazado-una-vez-a-sus-padres-el-ultimo-ano_1392217/

El 90% de los adolescentes amenaza o insulta al menos una vez al año a sus padres

Especialistas alertan de la "gravedad" del problema de la violencia filio-parental, que es ocultada por muchos progenitores: se tarda una media de tres años hasta que se denuncian los malos tratos








Foto: Javier Urra, presidente de la Sociedad Española para el estudio de la violencia filio-parental (Sevifip). (EFE)
Javier Urra, presidente de la Sociedad Española para el estudio de la violencia filio-parental (Sevifip). (EFE)
Una pareja pasea por un parque y observa cómo un niño tira del pelo a su madre. “¡Qué niño más maleducado!”, comentan para sí mientras responsabilizan de la conducta del pequeño a sus progenitores por no saber educarlo. Lo que no sabe esa pareja es que esa madre está sufriendo violencia filio-parental. Y lo hace en silencio por vergüenza al qué dirán. Prefiere ser objeto de censura pública por mala madre a nivel educacional que ver afectada su imagen por admitir que sufre agresiones por parte de su hijo.
El silencio en el que a día de hoy siguen refugiándose muchos padres que son objeto de agresiones (ejemplificado en el caso descrito) no acalla el cada vez más sonoro ruido que se deriva del mayor conocimiento de las agresiones ejercidas por niños, adolescentes y jóvenes aparentemente normalizados, sea cual sea su estrato social, procedencia o bagaje cultural. Sus conductas violentas están cada vez más extendidas y se proyectan en el ámbito familiar, y a veces en exclusiva. “La situación es grave”, advierte Roberto Pereira, vicepresidente de la Sociedad Española para el estudio de la violencia filio-parental (Sevifip).
El 11% de los hijos insulta, ridiculiza o chantajea emocionalmente a sus padres más de seis veces al año; el 3,2% les pega al menos tres veces cada año
Pereira habla con conocimiento de causa. En todo caso, es difícil poner cifras a esta realidad, ya que existe mucho "secretismo" en torno a este tipo de violencia, que constituye un problema “muy silenciado y silencioso”. Cuesta “mucho” que los padres reconozcan la situación. De hecho, se tarda una media de tres años hasta que los progenitores se atreven a dar el paso de denunciar malos tratos. Silenciado, por norma habitual, el altavoz de los padres, la voz de los propios adolescentes ha servido a esta sociedad para constatar una dura realidad: las agresiones verbales son una “conducta normal” entre los adolescentes. Y es que nueve de cada diez escolares reconoce que ha insultado o amenazado al menos una vez a sus padres en el último año.
Esta realidad se refleja en un estudio realizado por la Universidad de Deusto, que durante tres años ha realizado un seguimiento a 2.700 escolares vascos de entre 13 y 17 años. En el primer año de investigación se constató, para sorpresa del equipo, que el 90% de los adolescentes no tenía reparos en reconocer esta conducta agresiva al menos una vez al año. Por ello, los dos años siguientes se orientaron a las conductas más severas. Y a este respecto, el estudio concluye que el 11% de los hijos somete a agresiones psicológicas extremas a sus padres, a quienes insultan, ridiculizan o chantajean emocionalmente más de seis veces por año. Además, el 3,2% lleva estas prácticas al apartado físico ya que pega (puñetazos, patadas o mordiscos) al menos tres veces al año a sus progenitores.
Se han recibido consultas de padres que son objeto de agresiones de hijos de 6, 7 u 8 años y también por encima de los 30 años en el otro extremo
Son datos significativos pero, como apostilla Pereira, no dan cuenta de toda la realidad porque, si bien la franja de los 13 a los 17 años es la de mayor incidencia, las agresiones a padres no se limitan a este tramo. De hecho, la sociedad ha recibido consultas de padres que son objeto de agresiones de hijos de 6-7-8 años y de por encima de los 30 años en el otro extremo.







La Universidad de Deusto de Bilbao ha sido recientemente el marco en el que la Sevifip ha celebrado su segundo Congreso Nacional, en el que 300 profesionales en violencia filio-parental han abordado cómo prevenir este tipo de conductas, cómo intervenir en los diferentes niveles y, especialmente, cómo difundir esta realidad a nivel social para que se pueda dar solución a este “grave problema”. Entre los retos principales está hacer visible esta realidad, consistente en agresiones físicas (golpes, empujones o el arroje de objetos), verbales (insultos o amenazas) y no verbales (gestos amenazadores o ruptura de objetos apreciados), y hacer comprender sus motivos.
Los "grandes cambios" a nivel social, cultural y educativo están detrás de las agresiones: los padres y los hijos "han perdido autoridad"
¿Cuáles son las causas que se esconden tras estas agresiones? A nivel general, Pereira apunta a los “grandes cambios” a nivel social, cultural y educativo que se han dado en los últimos años en el mundo occidental. Se ha pasado de un modelo “más autoritario, más vertical” al extremo de un prototipo “más cercano y horizontal”, con lo que los padres y los profesores “han perdido autoridad”. En este escenario, los profesionales apuntan a conflictos básicos que influyen en la violencia filio-parental, como el bajo rendimiento académico, la edad tardía de la paternidad, la creciente inhibición de los hijos en las tareas domésticas, el cada vez más temprano consumo de sustancias estupefacientes, la excesiva exposición a las TICs o las desavenencias por los horarios de llegada a casa.
No obstante, a la hora de abordar esta problemática, hay que romper con la falsa creencia de que este tipo de violencia sólo alcanza a familias desestructuradas o multiproblemáticas ya que se da en familias "normalizadas". «La violencia filio-parental no hace diferencia en las personas respecto a su comunidad de residencia, bagaje cultural, estrato social o procedencia», sostiene el psicólogo Javier Urra, presidente de esta sociedad.
Hay que romper con la falsa creencia de que esta violencia sólo alcanza a familias desestructuradas ya que se da en familias "normalizadas"
La violencia filio-parental comenzó a adquirir tintes alarmantes a partir de 2005, cuando se constató un aumento significativo de las denuncias de padres por agresiones de hijos. Estas fueron creciendo de gorma gradual, si bien desde 2012 se mantienen más o menos “estabilizadas”, hasta llegar a las 5.000 que se contabilizan en la actualidad cada año en España. Pero esta cifra puede ser sólo la punta del icerberg por la reticencia de los progenitores a denunciar a sus hijos bien por la vergüenza social o bien por las consecuencias que puede conllevar para los vástagos, que podrían caer en manos de un familiar o de los servicios sociales en caso de decretarse una orden de alejamiento. Además, también entra en juego un factor que a veces resulta determinante: la denuncia implica asumir un fracaso como padres.
Las denuncias en España por agresiones de hijos no da cuenta de la realidad: la denuncia implica asumir un fracaso como padres
La Sevifip nació en 2013 para promover la enseñanza, la investigación, la regulación deontológica y la intervención en la violencia filio-parental ante el auge de este problema y la alarma social que produce. La escasa información que se tenía sobre el perfil de los menores y de las familias a las que pertenecen, así como las pautas de intervención, impulsó el nacimiento de esta entidad, la primera sociedad científica que se creó en España dedicada al estudio de este tipo de violencia. Entre sus objetivos, busca convertirse en una herramienta útil para los padres, presas en muchas ocasiones del “desconcierto y la desinformación”, ofreciéndoles pautas para prevenir los conflictos o, en el caso de que ya existan, poder tratarlos con el modelo de intervención más adecuado.
A este respecto, el Congreso Nacional celebrado en Bilbao contó con la participación del prestigioso profesor de Psicología en la Universidad de Tel Aviv Haim Omer, que ha desarrollado el modelo de resistencia pacífica que tiene como objetivo aumentar la autoridad parental por medios no violentos y positivos. En su intervención, abordó el concepto de “nueva autoridad” que emplea la “resistencia no violenta” como uno de sus modos de acción y que surge después de que las actuales generaciones hayan “rechazado” el concepto de autoridad dejando un vacío a este respecto.







A nivel asistencial, la situación ha mejorado en los últimos años si bien hay comunidades que todavía cuentan con “escasísimos recursos” para dar una respuesta adecuada. “Cada vez hay más recursos para intervenir y dar una solución”, pone en valor Pereira, director de Euskarri, el centro de Intervención y Formación en Violencia Filio-Parental del País Vasco. En todo caso, pese a que se ha avanzado “bastante”, advierte de que “no es suficiente, porque el problema es de tal intensidad que no comprende toda su globalidad”.
Porque la problemática no se mide en función del incremento o descenso de las denuncias. Que las cifras se hayan estabilizado en los últimos años no significa que el problema no deje de crecer. Los mayores recursos disponibles evitan en algunos casos que se llegue a presentar la denuncia. “Debemos hacer énfasis en trasmitir que es un problema social y cultural en el que se puede intervenir y que tiene solución”, concluye Pereira.

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